Capítulo 3: La puerta principal
Volví a mirar de nuevo a Julián, allí estaba, tendido en el suelo.
A mi alrededor no había nadie, así que decidí salir como si nada, caminando, pensando en lo único que ahora me importaba, volver a casa, a mi pueblo, a Castilla, volver a ver a mi padre, a mi madre, a mis hermanos.
Empecé a correr huyendo de aquel extraño lugal, al que había llegado sin saber como.
Entonces vi de nuevo a aquel hombre, Alonso, este se acercó a mi e intentó detenerme poniéndose en frente mío
-¿A dónde va señorita?-
-Me voy de aquí, dele saludos a quien le manda.- Dije iniciando una pelea con él, sin armas, cuerpo a cuerpo. Lo golpee yo primero dejándolo apenas unos segundos en el suelo, los suficientes para correr y correr hasta encontrar la puerta principal.
Recuerdo poner la mano en el pomo, cerrar los ojos y visualizar mi Castilla querida, mi pueblo, mi padre en la hera.
Después abrí, pesé a los gritos de todos aquellos que trabajaban allí, y que intentaban reducirme.
Allí estaba, en Setiles, en Castilla, pero todo había cambiado, los pajares estaban hundidos la hera seca, inservible.
¿Que había ocurrido?
Me quede allí un largo rato hasta ver que detrás mio se encontrabam caras conocidas, vistas en mi despertar, entonces de nuevo empecé a correr hacia mi casa pero la primera calle que crucé había cambiado por completo y la casa de Lupe, y la posada ya no estaba en el lugar que recordaba.
¿Que estaba pasando? Solo quería ver a mi padre, a mi familia.
Cuando por fin hube llegado a mi hogar vi que la casa estaba muy cambiada, ya no tenia balcones de madera, ni fachada de piedra y dentro no había nadie.
¿Como no podía haber nadie en mi casa? Al menos mi madre, que siempre estaba cosiendo o mi padre ahora enfermo.
Entonces, dándome cuenta que no había cuidado mi espalda, me giré lentamente, viendo que todos aquellos que me perseguían me habían rodeado, encerrado en aquel callejón.
Entonces recordé algo, más bien a alguien, Salvador
-Por favor no me detengaís conozco a Salvador, Salvador Martí, se de donde soys se que es todo esto. Por favor, quiero hablar con él, con el subsecretario del ministerio del tiempo.-
CAPÍTULO 4:http://isabelmpasalodos.blogspot.com.es/2015/12/la-justicia-esta-en-el-corazon-capitulo.html
Volví a mirar de nuevo a Julián, allí estaba, tendido en el suelo.
A mi alrededor no había nadie, así que decidí salir como si nada, caminando, pensando en lo único que ahora me importaba, volver a casa, a mi pueblo, a Castilla, volver a ver a mi padre, a mi madre, a mis hermanos.
Empecé a correr huyendo de aquel extraño lugal, al que había llegado sin saber como.
Entonces vi de nuevo a aquel hombre, Alonso, este se acercó a mi e intentó detenerme poniéndose en frente mío
-¿A dónde va señorita?-
-Me voy de aquí, dele saludos a quien le manda.- Dije iniciando una pelea con él, sin armas, cuerpo a cuerpo. Lo golpee yo primero dejándolo apenas unos segundos en el suelo, los suficientes para correr y correr hasta encontrar la puerta principal.
Recuerdo poner la mano en el pomo, cerrar los ojos y visualizar mi Castilla querida, mi pueblo, mi padre en la hera.
Después abrí, pesé a los gritos de todos aquellos que trabajaban allí, y que intentaban reducirme.
Allí estaba, en Setiles, en Castilla, pero todo había cambiado, los pajares estaban hundidos la hera seca, inservible.
¿Que había ocurrido?
Me quede allí un largo rato hasta ver que detrás mio se encontrabam caras conocidas, vistas en mi despertar, entonces de nuevo empecé a correr hacia mi casa pero la primera calle que crucé había cambiado por completo y la casa de Lupe, y la posada ya no estaba en el lugar que recordaba.
¿Que estaba pasando? Solo quería ver a mi padre, a mi familia.
Cuando por fin hube llegado a mi hogar vi que la casa estaba muy cambiada, ya no tenia balcones de madera, ni fachada de piedra y dentro no había nadie.
¿Como no podía haber nadie en mi casa? Al menos mi madre, que siempre estaba cosiendo o mi padre ahora enfermo.
Entonces, dándome cuenta que no había cuidado mi espalda, me giré lentamente, viendo que todos aquellos que me perseguían me habían rodeado, encerrado en aquel callejón.
Entonces recordé algo, más bien a alguien, Salvador
-Por favor no me detengaís conozco a Salvador, Salvador Martí, se de donde soys se que es todo esto. Por favor, quiero hablar con él, con el subsecretario del ministerio del tiempo.-
CAPÍTULO 4:http://isabelmpasalodos.blogspot.com.es/2015/12/la-justicia-esta-en-el-corazon-capitulo.html
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