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La patrulla de Camila Cortés: Capítulo 6: El año del diablo


Capítulos anteriores:

Capítulo 1: La casaca
Capítulo 2: El pirata
Capítulo 3: Malos tiempos
Capítulo 4: Pastrana
Capítulo 5: Tiempo de miradas




CAPÍTULO 6: EL AÑO DEL DIABLO:


- ¿Está seguro jefe? Mire que si luego se lía la cosa…
-Angustias, necesito a una patrulla experta en sabotaje, solo tenemos dos y ambas están de misión, no nos queda otra.
-Ya, pero la señorita Cortés…
-Angustias por favor. -Dijo mirándola con cierto enfado. - Limítese a hacer su trabajo, yo asumiré las consecuencias.
Así pues, la secretaría se retiró del despacho de Salvador, no sin antes recoger la taza de café que le había traído de buena mañana, ahora vacía. La llevó en la cafetería, y allí, encontró a Gorka, solo, sentado sobre una mesa vacía, mirando el fondo de la taza del café que se había tomado como intentando ver en el poso su porvenir. Se puso junto a él y le dijo que el subsecretario necesitaba verle. El pirata lo miró con cierto aire de melancolía. Asintió levemente y susurró:
-Enseguida voy.
Obviamente, la pobre Angustias no le dijo que aquella misión sería con Camila. No se atrevía, y era normal después de lo que había pasado entre ambos durante aquel último año. Después, volvió a su mesa, la que estaba en el pasillo, al lado del despacho del señor Martí y llamó al teléfono móvil de Camila, que, aseguró que vendría enseguida, por supuesto, no sin antes quejarse de que era su día libre.

Así pues, ambos coincidieron en aquellas estúpidas y feas sillas de plástico que había en el exterior del despacho, puestas horizontalmente unas al lado de las otras a modo de sala de espera. Obviamente, fue Gorka el primero en llegar. Iba vestido como en el siglo veintiuno, aunque había algo que aún conservaba, su casaca, que, ahora ya no era roja, la había mandado teñir de un sobrio azul marino que hacía juego con sus tejanos. Camila iba vestida casi igual, cuando el pirata la vio llegar, al principio, no la reconoció, solo supo que era ella cuando sus ojos verdes se clavaron en los suyos. Llevaba el pelo corto, puede que más que el suyo, estaba muy delgada, los huesos de sus mejillas se marcaban en su rostro, sus parpados tenían ojeras.
Los corazones de ambos empezaron a latir con fuerza, sin embargo ambos se limitaron a cumplir con sus trabajos. Camila se sentó unas sillas más allá de la de Gorka. Hundió sus manos en su pelo rojo y apoyó los codos sobre sus rodillas, para no verle.
El pirata rió y dijo:
-¿Llevamos casi un año sin hablarnos y ahora nisiquiera me saludas?-Camila lo miró de reojo, casi con desdén, aunque su mirada era vacía, extraña para Gorka.- Pensaba que al menos aún seríamos amigos.-Susurró.
-Yo no fui la que pidió que nos separásemos, Gorka.
-Al principio sí.
-Al principio, lo hice por Lucas. Además, bien que volví con tu valioso Aguamarina, con lo que me costó de conseguir. ¿Tú que hiciste por mí? Ah, sí, decirme que estaba loca.-Dijo con una tranquilidad casi increíble dada la situación.
-Yo solo quería ser libre Camila, casarme, tener hijos, no entraba en mis planes, era el momento más álgido de mi carrera…
-¿Nunca te has parado a pensar que hay cosas más valiosas que la fama?
-No voy a perder mi nombre para ponerme a cambiar pañales, lo siento, además no los tendría con una mujer cuyo mayor mérito es transformarse en hombre, con una soldado, tal vez lo hicieras porque te gustan otras cosas…-
Camila se levantó de golpe, se puso frente a él.
-Te permito que me aísles, que me apartes de tu lado, pero no que me insultes. ¡ERES UN IMBÉCIL SIN CORAZÓN, UN CRETINO!
- ¿¡A SI, PUES TÚ…-
-¡Por amor de dios! ¿Es que no los puedo dejar ni cinco minutos? -Gritó Salvador desde el interior. Y menos mal, porque Camila ya tenía los dedos apretados, listos para propinarle un puñetazo a Gorka. Las puertas se abrieron después. -Anda, pasen que me tienen hasta el gorro con esta tensión, no saben lo fácil que sería para mi despedirlos a ambos. ¡Que los he tenido que mandar a una a cada punta del ministerio por favor!
-Yo al menos sirvo a dios, y a España. -Dijo Cortés antes de entrar
-Anda que de lo que te ha servido…-Dijo Gorka en apenas un susurró entrando tras ella.
Si las miradas matasen, cuando Arrendibar se sentó al lado de su compañera, esta la habría atravesado en el corazón con su florete, y eso que solo lo miro de reojo con el ojo izquierdo.
-¡Ya basta!-Gritó Salvador dando un golpe sobre su mesa.-Miren, ustedes han resultado ser mis mejores agentes, últimamente hemos tenido bajas, no hay demasiadas misiones, este ministerio está tan tranquilo que casi parece estar cerrado. La cuestión es que los necesito a ambos, han resultado ser la patrulla más eficaz en cuanto a recuperación de objetos.


-Solo recuperamos a la princesa de Éboli, si eso se puede llamar recuperar…-Susurró Gorka.
-Sí, pero según mis expertos son los agentes que mejor funcionarían trabajando en equipo, en concreto, para esta misión.
-Yo podría haberlo hecho solo, como aquella vez…
-Yo accedo a hacerlo con él, si a cambio me da una semana libre.
-¡Pero Camila por dios, que está usted en plena guerra del francés! ¿Cómo quiere que le de vacaciones? Además, trabajaran juntos quieran o no, esto no es una negociación, es una orden. Me tienen ya hasta el moño.
Camila suspiró y dijo:
-Bien, ¿qué hay que hacer?
-Al fin algo de sensatez. Les darán más detalles fuera, en maquillaje, pero básicamente han de recuperar la silla del diablo.
- ¿Qué es eso? -Dijo Camila
- ¿En serio? Está en el Palacio de Fabio Nelli. Dice la leyenda que quien se sienta en el tiene dos opciones: o alcanzar el saber absoluto o morir en dos, tres días, por eso se dice que es del diablo. Lo que daría por entrar en ese palacio lleno de joyas y tesoros. -Dijo el pirata casi babeando.
- ¿Y eso es cierto?, Lo digo porque si hay que recuperarlo habrá que tocarlo.
-Cobarde. -Susurró Arrendibar.
-Gorka. -Dijo Salvador a modo de regañina. - Supongo que es solo una superstición. Em fin, serán enviados al siglo dieciocho como dos estudiantes más en la facultad de medicina de Valladolid, pues sospechamos que una de las mujeres que allí estudian la ha robado. Eso dice nuestro único testigo, un funcionario médico que, da clases allí, quien asegura que la vio en su habitación cuando entró para curarle una herida a su compañero de habitación. Según dice la joven asegura que es suya, pero por las fotos de su móvil, sabemos que no es cierto.
- ¿Y él no ha podido recuperarla? -Dijo Camila.
-No, me temo que es un tanto supersticioso, por no decir que la chica, al día siguiente de estas fotos, debió cambiarla de lugar, puesto que allí ya no está.
-¿Una mujer estudiando medicina?
-Menudo idiota estás hecho, una mujer pudo nombrarse general en los tercios, también puede estudiar medicina, ¿entiendes? Se hará pasar por hombre, supongo.
-Así es.-Dijo Salvador.
-Bien.-Dijo la soldado levantándose de la silla, marcharemos cuanto antes, entonces.
Salvador asintió. Gorka sin embargo no se levantó de las silla hasta ver que Camila cruzaba por la puerta. La vista se le había quedado pegada a los ojos verdes de la que había sido su amada. Destilaban tristeza, rabia, e impotencia, incluso más que los suyos propios. No sabía que le había ocurrido aquel año. Pero sin duda, aquel año los había cambiado a ambos.
CONTINUARÁ...

¡Gracias por leerme una vez más ministericos! Espero que con esto la espera de la nueva temporada se os haga más corta.
Os dejo mis redes sociales y el enlace a mi novela (que cuesta solo 1,50€) es que una a de promocionarse porque en fin, como dice Salvador:



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Comentarios

  1. Me encanta cómo te ha quedado Salvador. Y además, el gid de Altamira es lo más.

    Se palpa la tensión entre los chicos. Creo que Gorka es un poco cerrado de mente, peep claro, qué se le va a pedir a un muchacho de otro siglo. La mentalidad tarda en cambiar.

    Creo que Camila y la médico se van a llevar bien, he visto ahí un destello de administración cuando Salvador ha afirmado que se vestía de hombre. Igual que Camila. Tienen muchas cosas en común .

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    Respuestas
    1. Es que el personaje de Salvador es maravilloso. A ver que pasa en el próximo capítulo. Gracias por pasarte y comentar.

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