Ernesto me cogió del brazo al salir del despacho y me dijo:
-Lo siento, Camila, no es que no crea tu historia sino que de momento, quiero tenerte controlada, fuimos juntos a ver a Julián este pareció sorprenderse muchísimo por mi historia y me miró ambas manos sorprendido:
-¿En serio llevas un aparato aquí?- Dijo palpando la palma de mi mano
Asentí diciéndole que fuera con cuidado, el aparato con el contacto de la piel humana, hacía emerger una pequeña aguja que perforaba mi piel y la del que me tocaba, inyectándole un sedante.
Julián cogió unas pinzas de metal y fue tocando mi palma hasta notar un sonido metálico.
-Tendría que operarte para quitar algo así.-
-Intenté quitármelo hace unas semanas de ahí la cicatriz.- respondí.- Pero no sirvió de nada, está muy pegado, no sé cómo lo han echo, creo que está cogido al hueso.-
Tales palabras estremecieron a Ernesto que se puso blanco como el papel ante lo cual Julián respondió:
-Ernesto, tu hijo hace cosas peores.-
-Tal vez, pero no a si mismo.-
-Podría hacerte una radiografía.-
-¿Qué es eso?-
-Es como una fotografía de tus huesos.-
-¿Vais a abrirme la mano?-
-¡No!-
-No tenemos tiempo para esto, da igual, lo dejaremos así, pero llevarás guantes de cuero, no quiero que le dés la mano a alguien y lo duermas.- Dijo Ernesto.
Asentí.
-Julián,Irene, Amelia y tú tenéis una misión, hemos de pararle los pies a Darrow, Alonso se quedará aquí, necesitamos guerreros, Camila también lo hará, pediré una espada a Spínola si te parece bien.-
-Siempre lucho con dos, así que preferiría que así fuera.-
-De acuerdo, y vamos al vestuario a ver si encontramos unos guantes.-
Aquellos guantes de piel eran magníficos, se engarzaban a mis dedos a la perfección, y poco a poco el ministerio fue llenándose de guerreros, y la cama de Darrow fue quemada en el mismo patio.
Supliqué a Salvador que intentara salvar a mi familia en esos dos breves días de plazo sin embargo, no fue posible, la sede de Darrow había cambiado de lugar, el paradero de mis familiares ahora era desconocido. La misión encomendada a Julián,Alonso e Irene fue en vano, los tres volvieron sin resultados.
El tiempo pasó y tal como Salvador planeó todos los guerreros del ministerio nos repartimos entre el patio, el archivo, la puerta principal e incluso en la cafetería.
El corazón me latía más rápido y fuerte que nunca, sabía que a Darrow le iban las entradas triunfales, entraron apareciendo en medio del patio, al lado de las escaleras, varios de ellos traían rehenes, dos de ellos, mi padre y mi hermano.
El hombre que sostenía a mi padre comenzó a hablar con aquel repulsivo acento inglés que caracterizaba a aquellos matones:
-Vaya, Camilita, pensamos que la general Cortés sería más lista que esto.-
Desenvaine mis espadas.
-Ehh, no tengas prisa.- dijo agarrando con fuerza el cuchillo que en la garganta de mi padre estaba apoyado, haciéndole un poco de sangre.
-Lucha con honor hija, no te importe mi vida.-
-¡Calla viejo!- Dijo él
-¿Qué queréis del ministerio?- Dijo Alonso.
-Lo queremos todo. En un principio todo empezó como un juego, hacíamos pequeñas visitas, gracias a las maquinas de humo, pero comprendimos que era mejor quedarse con todo lo necesario para copiar vuestro ministerio, y después destruiros- Dijo sonriendo.
De nuevo me miró a mí y dijo:
-Lucha con nosotros Camilita.-
-Jamás.-
-Vaya, parece que hay que darte otro aviso.- Sin más el hombre sonrió y clavó el puñal en la garganta de mi padre.
-¡NO!- Grité con fuerza alcé mis espadas contra él y así empezó la batalla, soltaron a los rehenes y allí todos comenzaron a luchar, cada vez aparecían más soldados de Darrow, aquella batalla parecía un esfuerzo inútil, sin embargo la destreza de mis compañeros era asombrosa.
Alonso y yo luchamos codo con codo como ya lo habíamos hecho años atrás, las hojas de las espadas silbaban de nuevo y nuestros rostros se teñían de sangre, finalmente los agentes de Darrow se retiraron.
Nada tenían que hacer contra grandes guerreros como Spínola, Alonso, y la capitana Cortés, los tres formábamos un gran equipo.
Así pues, con el rabo entre las piernas, los agentes de Darrow se marcharon con sus brazaletes, diciendo:
-Volveremos, esto no es el final.-
Al acabar todo, caí al suelo, cansada busqué a mi padre, corrí hacía él, sus ojos estaban abiertos y su sangre se mezclaba entre la del resto, cerré sus ojos entre llantos, luego busqué con la mirada a mi hermano, mas no pude encontrarlo entre la muchedumbre.
Noté una mano en mi espalda, Alonso:
-Sin duda sois vos, general Cortés, habéis luchado bien.-
-No lo suficientemente bien Alonso, podría haberlo salvado.-
Spínola se puso a mi lado y dijo:
-Vos habéis ayudado a salvar el ministerio, a salvar la historia de España, sois toda una heroína, me encantaría luchar a vuestro lado.-
Reí
-¿Bajo las ordenes de una mujer?-
-Si es una mujer como vos, no lo dudaría.-
-Gracias Spínola.-
Bajó su cabeza y dijo:
-Deberíais buscar a vuestro hermano, lo vi en aquel rincón.-Dijo señalando una esquina de la plaza.
Asentí y corrí hacia allí, definitivamente allí estaba.
-¡Lucas!-Grité al verle, este estaba asustado, estremecido. Era mayor que yo, pero siempre habia sido así, temeroso, aislado del mundo, supongo que tenía su propia forma de ver las cosas, no le gustaban los abrazos ni los besos.
Al verme, abrió los ojos y dijo:
-No me gusta el rojo.-
-A mí tampoco Lucas, es el color de la guerra ¿verdad?-
Él asintió asustado.
-¿Puedes levantarte?, te sacaré de aquí.-
Él empezó a gritar, como siempre hacía cuando estaba terriblemente asustado, con las manos en sus oídos, todo el mundo se giró para mirarnos, pero jamás me había importado lo más mínimo, entonces lo recordé, mi mano. Me quité los guantes, y sedé a mi hermano.
Cuando se hubo quedado dormido le abracé, mis lágrimas empaparon su hombro y susurré:
-Todo ha pasado ya, Lucas, estamos bien.-
Le pedí a varios funcionarios que lo levantaran, y lo llevaran a la enfermería, no tenía ninguna lesión pero Julián lo atendió encantado, le explique cuidadosamente como era y lo que debía hacer cuando despertara.
-¿Tu hermano es autista?-
-¿Qué?-
-Oh, perdona, es especial ¿verdad?-
Asentí
-Siempre ha sido así, mi padre lo ha cuidado y querido hasta ahora, lo ha protegido incluso con la vida, pues fueron muchos los que intentaron encerrarlo en un manicomio o incluso peor, matarlo.-
Don Ernesto entró en ese momento a la enfermería y dijo:
-¿Lucas, verdad?-
Asentí.
-Es autista, Ernesto, podríamos ayudar a esta chica.-
Miré a Ernesto y este dijo:
-¿Por qué piensas que estoy aquí?-
-Camila, ¿te gustaría ser funcionaria de este ministerio?-
-¿Trabajar para vosotros?-
-Así es, serás compañera de Spínola, una agente especial y a la que solo recurriremos si necesitamos alguien para batallar.-
Sonreí.
-Esto es el futuro ¿verdad?-
Ernesto asintió y dijo:
-Así es Camila.-
-De acuerdo, pero a cambio quiero ayuda para cuidarle.-Dije señalando a Lucas, -si esto es el futuro entonces debe haber nuevas tecnologías o incluso la cura para su carácter.-
Ernesto asintió y dijo:
-Esta bien, ¿tienes alguien en tu época?-
-Ahora ya no, solo a mi hermano.-
-Entonces podrías quedarte aquí, puedes vivir en uno de los pisos del ministerio, y así ayudaremos a tu hermano.-
-¿Qué es un piso?-
-Es como una habitación con las cosas necesarias para vivir.-
Asentí,
-Acepto.-
Así fue como me hice funcionaria del ministerio del tiempo, como vencí a Darrow y como me convertí en una de las mejores espadachinas de cualquier época. Aunque como funcionaria que soy, esta es solo la primera historia que tengo que contar.
FIN
capítulo extra: http://isabelmpasalodos.blogspot.com.es/2017/06/capitulo-7-la-justicia-esta-en-el.html
-Lo siento, Camila, no es que no crea tu historia sino que de momento, quiero tenerte controlada, fuimos juntos a ver a Julián este pareció sorprenderse muchísimo por mi historia y me miró ambas manos sorprendido:
-¿En serio llevas un aparato aquí?- Dijo palpando la palma de mi mano
Asentí diciéndole que fuera con cuidado, el aparato con el contacto de la piel humana, hacía emerger una pequeña aguja que perforaba mi piel y la del que me tocaba, inyectándole un sedante.
Julián cogió unas pinzas de metal y fue tocando mi palma hasta notar un sonido metálico.
-Tendría que operarte para quitar algo así.-
-Intenté quitármelo hace unas semanas de ahí la cicatriz.- respondí.- Pero no sirvió de nada, está muy pegado, no sé cómo lo han echo, creo que está cogido al hueso.-
Tales palabras estremecieron a Ernesto que se puso blanco como el papel ante lo cual Julián respondió:
-Ernesto, tu hijo hace cosas peores.-
-Tal vez, pero no a si mismo.-
-Podría hacerte una radiografía.-
-¿Qué es eso?-
-Es como una fotografía de tus huesos.-
-¿Vais a abrirme la mano?-
-¡No!-
-No tenemos tiempo para esto, da igual, lo dejaremos así, pero llevarás guantes de cuero, no quiero que le dés la mano a alguien y lo duermas.- Dijo Ernesto.
Asentí.
-Julián,Irene, Amelia y tú tenéis una misión, hemos de pararle los pies a Darrow, Alonso se quedará aquí, necesitamos guerreros, Camila también lo hará, pediré una espada a Spínola si te parece bien.-
-Siempre lucho con dos, así que preferiría que así fuera.-
-De acuerdo, y vamos al vestuario a ver si encontramos unos guantes.-
Aquellos guantes de piel eran magníficos, se engarzaban a mis dedos a la perfección, y poco a poco el ministerio fue llenándose de guerreros, y la cama de Darrow fue quemada en el mismo patio.
Supliqué a Salvador que intentara salvar a mi familia en esos dos breves días de plazo sin embargo, no fue posible, la sede de Darrow había cambiado de lugar, el paradero de mis familiares ahora era desconocido. La misión encomendada a Julián,Alonso e Irene fue en vano, los tres volvieron sin resultados.
El tiempo pasó y tal como Salvador planeó todos los guerreros del ministerio nos repartimos entre el patio, el archivo, la puerta principal e incluso en la cafetería.
El corazón me latía más rápido y fuerte que nunca, sabía que a Darrow le iban las entradas triunfales, entraron apareciendo en medio del patio, al lado de las escaleras, varios de ellos traían rehenes, dos de ellos, mi padre y mi hermano.
El hombre que sostenía a mi padre comenzó a hablar con aquel repulsivo acento inglés que caracterizaba a aquellos matones:
-Vaya, Camilita, pensamos que la general Cortés sería más lista que esto.-
Desenvaine mis espadas.
-Ehh, no tengas prisa.- dijo agarrando con fuerza el cuchillo que en la garganta de mi padre estaba apoyado, haciéndole un poco de sangre.
-Lucha con honor hija, no te importe mi vida.-
-¡Calla viejo!- Dijo él
-¿Qué queréis del ministerio?- Dijo Alonso.
-Lo queremos todo. En un principio todo empezó como un juego, hacíamos pequeñas visitas, gracias a las maquinas de humo, pero comprendimos que era mejor quedarse con todo lo necesario para copiar vuestro ministerio, y después destruiros- Dijo sonriendo.
De nuevo me miró a mí y dijo:
-Lucha con nosotros Camilita.-
-Jamás.-
-Vaya, parece que hay que darte otro aviso.- Sin más el hombre sonrió y clavó el puñal en la garganta de mi padre.
-¡NO!- Grité con fuerza alcé mis espadas contra él y así empezó la batalla, soltaron a los rehenes y allí todos comenzaron a luchar, cada vez aparecían más soldados de Darrow, aquella batalla parecía un esfuerzo inútil, sin embargo la destreza de mis compañeros era asombrosa.
Alonso y yo luchamos codo con codo como ya lo habíamos hecho años atrás, las hojas de las espadas silbaban de nuevo y nuestros rostros se teñían de sangre, finalmente los agentes de Darrow se retiraron.
Nada tenían que hacer contra grandes guerreros como Spínola, Alonso, y la capitana Cortés, los tres formábamos un gran equipo.
Así pues, con el rabo entre las piernas, los agentes de Darrow se marcharon con sus brazaletes, diciendo:
-Volveremos, esto no es el final.-
Al acabar todo, caí al suelo, cansada busqué a mi padre, corrí hacía él, sus ojos estaban abiertos y su sangre se mezclaba entre la del resto, cerré sus ojos entre llantos, luego busqué con la mirada a mi hermano, mas no pude encontrarlo entre la muchedumbre.
Noté una mano en mi espalda, Alonso:
-Sin duda sois vos, general Cortés, habéis luchado bien.-
-No lo suficientemente bien Alonso, podría haberlo salvado.-
Spínola se puso a mi lado y dijo:
-Vos habéis ayudado a salvar el ministerio, a salvar la historia de España, sois toda una heroína, me encantaría luchar a vuestro lado.-
Reí
-¿Bajo las ordenes de una mujer?-
-Si es una mujer como vos, no lo dudaría.-
-Gracias Spínola.-
Bajó su cabeza y dijo:
-Deberíais buscar a vuestro hermano, lo vi en aquel rincón.-Dijo señalando una esquina de la plaza.
Asentí y corrí hacia allí, definitivamente allí estaba.
-¡Lucas!-Grité al verle, este estaba asustado, estremecido. Era mayor que yo, pero siempre habia sido así, temeroso, aislado del mundo, supongo que tenía su propia forma de ver las cosas, no le gustaban los abrazos ni los besos.
Al verme, abrió los ojos y dijo:
-No me gusta el rojo.-
-A mí tampoco Lucas, es el color de la guerra ¿verdad?-
Él asintió asustado.
-¿Puedes levantarte?, te sacaré de aquí.-
Él empezó a gritar, como siempre hacía cuando estaba terriblemente asustado, con las manos en sus oídos, todo el mundo se giró para mirarnos, pero jamás me había importado lo más mínimo, entonces lo recordé, mi mano. Me quité los guantes, y sedé a mi hermano.
Cuando se hubo quedado dormido le abracé, mis lágrimas empaparon su hombro y susurré:
-Todo ha pasado ya, Lucas, estamos bien.-
Le pedí a varios funcionarios que lo levantaran, y lo llevaran a la enfermería, no tenía ninguna lesión pero Julián lo atendió encantado, le explique cuidadosamente como era y lo que debía hacer cuando despertara.
-¿Tu hermano es autista?-
-¿Qué?-
-Oh, perdona, es especial ¿verdad?-
Asentí
-Siempre ha sido así, mi padre lo ha cuidado y querido hasta ahora, lo ha protegido incluso con la vida, pues fueron muchos los que intentaron encerrarlo en un manicomio o incluso peor, matarlo.-
Don Ernesto entró en ese momento a la enfermería y dijo:
-¿Lucas, verdad?-
Asentí.
-Es autista, Ernesto, podríamos ayudar a esta chica.-
Miré a Ernesto y este dijo:
-¿Por qué piensas que estoy aquí?-
-Camila, ¿te gustaría ser funcionaria de este ministerio?-
-¿Trabajar para vosotros?-
-Así es, serás compañera de Spínola, una agente especial y a la que solo recurriremos si necesitamos alguien para batallar.-
Sonreí.
-Esto es el futuro ¿verdad?-
Ernesto asintió y dijo:
-Así es Camila.-
-De acuerdo, pero a cambio quiero ayuda para cuidarle.-Dije señalando a Lucas, -si esto es el futuro entonces debe haber nuevas tecnologías o incluso la cura para su carácter.-
Ernesto asintió y dijo:
-Esta bien, ¿tienes alguien en tu época?-
-Ahora ya no, solo a mi hermano.-
-Entonces podrías quedarte aquí, puedes vivir en uno de los pisos del ministerio, y así ayudaremos a tu hermano.-
-¿Qué es un piso?-
-Es como una habitación con las cosas necesarias para vivir.-
Asentí,
-Acepto.-
Así fue como me hice funcionaria del ministerio del tiempo, como vencí a Darrow y como me convertí en una de las mejores espadachinas de cualquier época. Aunque como funcionaria que soy, esta es solo la primera historia que tengo que contar.
FIN
capítulo extra: http://isabelmpasalodos.blogspot.com.es/2017/06/capitulo-7-la-justicia-esta-en-el.html
Aunque la muerte de su padre es desgarradora, después de leer tiempo de arte de un ingeniero, una se queda con la esperanza de que Camila todavía tiene mucho que hacer en la historia del tiempo, unas cuantas cabezas que sesgar y almas que todavía puede salvar. Enhorabuena y ya veremos en el futuro qué le depara a la capitán Cortés su labor como funcionaria del ministerio.
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias!, me alegro que te haya gustado.
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