CAPÍTULO 4:SALVADOR MARTÍ Y LA LEYENDA DEL MINISTERIO.
Todos aquellos que perseguíamos a la señorita que creía ser el general Cortés, pararon en seco, todos, excepto yo, que viendo el silencio que habían producido las palabras de aquella mujer no pude evitar contestarle:
-¿¡Y quien sois vos si puede saberse!?-
-Creo que quedo claro la primera vez que os lo explique don Alonso.-
-Me refiero que como diantres conocéis a don Salvador, y al Ministerio del Tiempo.-
La chica sonrío y se acerco a nosotros un paso, cosa que hizo que sacará mi espada en dirección a ella.
-Baje la espada, por dios, podría arrebatársela de sus manos sin siquiera pestañear, llevadme ante él, y entonces sabréis quien soy.-
Mire hacía mis compañeros que se encontraban junto a mí, concretamente eran doña Amelia, Irene, y don Ernesto, eran los que pude avisar tras saber que la señorita Cortés había huido, dejando a Julián inconsciente.
Fue don Ernesto quien se decidió a hablar esta vez, dirigiéndose a nosotros:
-Creo que deberíamos llevarla al Ministerio, como ella dice. Conoce la entidad, quizás no lo recuerde demasiado, pero conoce al subsecretario, quien sabe, podría ser alguien importante.-
-Si, deberíamos volver al Ministerio, el problema es, ¿por donde?, recuerda Ernesto, hemos salido por la puerta principal y hemos aparecido aquí.-Dijo extendiendo sus manos.-
Entonces recordé, aquella muchacha había cogido el pomo de la puerta del ministerio, había cerrado sus ojos y la había abierto haciendo que por la puerta se saliera a un sitio totalmente diferente.
Mi rostro debió de cambiar por completo por la incertidumbre que me produjo pensar en aquel tipo de brujería, puesto que amelia se acerco a mi y me pregunto por mi estado.
La señorita Cortés también se dio cuenta y se miro las manos diciendo:
-He sido yo, lo siento, ahora lo recuerdo todo, mi cargo, el ministerio, y lo que yo significo para el, primero quiero disculparme ante vosotros, pero siempre que me dejan de nuevo en el ministerio me pasa esto, no suelo recordar nada sobre mi, excepto lo que hice justo antes del día de mi muerte. El día en que nací, para el ministerio del tiempo, de alguna u otra forma.-
-Perdone señorita Cortés, pero esta diciendo entonces que esta muerta?-
-No exactamente señor Alonso, es difícil de contar, supongo que nunca habéis oído hablar de la leyenda del ministerio del tiempo, ¿verdad?-
-¿La leyenda del ministerio?-Dijo Amelia.
La mujer pelirroja asintió.
-Si, bueno, os la puedo contar cuando volvamos al ministerio, pero antes me gustaría ir a ver a el señor Martí.-
-Pues tu dirás querida, por que la única que sabe como hemos llegado hasta aquí pareces ser tu.- dijo doña Irene.
La muchacha miró a su alrededor como buscando algo, y entonces señalo:
-Allí, de allí hemos salido, de la puerta de aquel pajar.-
-Es un pajar abandonado.-Dijo Amelia.
-Si, lo es, ahora al menos, si. Era mi pajar hace unos cientos de años, supongo. Pero tranquilos, no necesito el pajar, solo la puerta, acompañadme por favor.-
Mirándonos los unos a los otros con caras de desamparo e incluso de perplejidad, acompañamos a aquella mujer aún demasiado desconocida para nosotros a aquel pajar abandonado.
Era una puerta extraña, normalmente las puertas de pajares tenían tan solo un cerrojo y algunas un cerrojo, o algún tipo de candado, pero aquella tenía un pomo debajo del cerrojo.
-Bueno, es aquí, sin duda. Si no os fiáis de mi podéis leer lo que pone en el tirador de la puerta.- Dijo la mujer.
Todos nos acercamos con suma curiosidad, y vimos que efectivamente, había una inscripción en la que se leía:"tempore est id quod est"
-¿Que significa?- Preguntó Irene.
Aún estupefacto por lo que había leido Ernesto contesto:
-El tiempo es el que es.-
-Por las caras que ponéis diría que esa frase os suena.- Dijo sonriendo la señorita Cortés, después puso su mano derecha sobre el pomo, cerró los ojos un segundo y abrió la puerta por el pomo, al otro lado de la misma, se encontraban los arcos, y las escaleras en medio de todos ellos. Era el ministerio, sin duda alguna.
CAPÍTULO 5:(LA MISIÓN):http://isabelmpasalodos.blogspot.com.es/2017/05/la-justicia-esta-en-el-corazon-capitulo.html
Todos aquellos que perseguíamos a la señorita que creía ser el general Cortés, pararon en seco, todos, excepto yo, que viendo el silencio que habían producido las palabras de aquella mujer no pude evitar contestarle:
-¿¡Y quien sois vos si puede saberse!?-
-Creo que quedo claro la primera vez que os lo explique don Alonso.-
-Me refiero que como diantres conocéis a don Salvador, y al Ministerio del Tiempo.-
La chica sonrío y se acerco a nosotros un paso, cosa que hizo que sacará mi espada en dirección a ella.
-Baje la espada, por dios, podría arrebatársela de sus manos sin siquiera pestañear, llevadme ante él, y entonces sabréis quien soy.-
Mire hacía mis compañeros que se encontraban junto a mí, concretamente eran doña Amelia, Irene, y don Ernesto, eran los que pude avisar tras saber que la señorita Cortés había huido, dejando a Julián inconsciente.
Fue don Ernesto quien se decidió a hablar esta vez, dirigiéndose a nosotros:
-Creo que deberíamos llevarla al Ministerio, como ella dice. Conoce la entidad, quizás no lo recuerde demasiado, pero conoce al subsecretario, quien sabe, podría ser alguien importante.-
-Si, deberíamos volver al Ministerio, el problema es, ¿por donde?, recuerda Ernesto, hemos salido por la puerta principal y hemos aparecido aquí.-Dijo extendiendo sus manos.-
Entonces recordé, aquella muchacha había cogido el pomo de la puerta del ministerio, había cerrado sus ojos y la había abierto haciendo que por la puerta se saliera a un sitio totalmente diferente.
Mi rostro debió de cambiar por completo por la incertidumbre que me produjo pensar en aquel tipo de brujería, puesto que amelia se acerco a mi y me pregunto por mi estado.
La señorita Cortés también se dio cuenta y se miro las manos diciendo:
-He sido yo, lo siento, ahora lo recuerdo todo, mi cargo, el ministerio, y lo que yo significo para el, primero quiero disculparme ante vosotros, pero siempre que me dejan de nuevo en el ministerio me pasa esto, no suelo recordar nada sobre mi, excepto lo que hice justo antes del día de mi muerte. El día en que nací, para el ministerio del tiempo, de alguna u otra forma.-
-Perdone señorita Cortés, pero esta diciendo entonces que esta muerta?-
-No exactamente señor Alonso, es difícil de contar, supongo que nunca habéis oído hablar de la leyenda del ministerio del tiempo, ¿verdad?-
-¿La leyenda del ministerio?-Dijo Amelia.
La mujer pelirroja asintió.
-Si, bueno, os la puedo contar cuando volvamos al ministerio, pero antes me gustaría ir a ver a el señor Martí.-
-Pues tu dirás querida, por que la única que sabe como hemos llegado hasta aquí pareces ser tu.- dijo doña Irene.
La muchacha miró a su alrededor como buscando algo, y entonces señalo:
-Allí, de allí hemos salido, de la puerta de aquel pajar.-
-Es un pajar abandonado.-Dijo Amelia.
-Si, lo es, ahora al menos, si. Era mi pajar hace unos cientos de años, supongo. Pero tranquilos, no necesito el pajar, solo la puerta, acompañadme por favor.-
Mirándonos los unos a los otros con caras de desamparo e incluso de perplejidad, acompañamos a aquella mujer aún demasiado desconocida para nosotros a aquel pajar abandonado.
Era una puerta extraña, normalmente las puertas de pajares tenían tan solo un cerrojo y algunas un cerrojo, o algún tipo de candado, pero aquella tenía un pomo debajo del cerrojo.
-Bueno, es aquí, sin duda. Si no os fiáis de mi podéis leer lo que pone en el tirador de la puerta.- Dijo la mujer.
Todos nos acercamos con suma curiosidad, y vimos que efectivamente, había una inscripción en la que se leía:"tempore est id quod est"
-¿Que significa?- Preguntó Irene.
Aún estupefacto por lo que había leido Ernesto contesto:
-El tiempo es el que es.-
-Por las caras que ponéis diría que esa frase os suena.- Dijo sonriendo la señorita Cortés, después puso su mano derecha sobre el pomo, cerró los ojos un segundo y abrió la puerta por el pomo, al otro lado de la misma, se encontraban los arcos, y las escaleras en medio de todos ellos. Era el ministerio, sin duda alguna.
CAPÍTULO 5:(LA MISIÓN):http://isabelmpasalodos.blogspot.com.es/2017/05/la-justicia-esta-en-el-corazon-capitulo.html
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